Tú quisiste, Madre Mía, aparecer entre la sinrazón y el odio fraternal... e inundar nuestras esquinas de Esperanza; para que brotaran simientes de Paz en el erial del jardín de nuestros abuelos...y quisiste que fueran sus manos las que plasmaran tu belleza...
Entre permiso y permiso
que el frente te concedía,
hallaste el tiempo preciso
para tallar a María;
fue como un sueño que quiso
brotar en Andalucía
para dar Dios a sus hijos
Nació su luz de tus manos,
gubia de amor verdadero,
¿quién hubiese imaginado
tanto fervor cofradiero?;
y cada Miércoles Santo
sigue vivo tu recuerdo,
mientras consuelas el llanto
de "tu Niña", desde el Cielo.
Me acuerdo de tus palabras
a los pies de la Señora
y de tu alma cansada
siempre junto a la Paloma;
"esta es mi Niña" contabas,
verdades que otros ignoran,
y tus ojos delataban
quién vivía en tu memoria.
Pasó la vida y el tiempo
te arrancará del olvido,
porque el profundo respeto
es sincero y bien nacido;
sólo el amor que da el pueblo
sabe ser agradecido
y no aprende de decretos
ni palabras sin sentido.
Tu deseo de Esperanza,
se convirtió en Paz del Cielo...
y se quedó en Capuchinos
para ser nuestro consuelo.
Guillermo Rodríguez